martes, 10 de septiembre de 2013

Una perspectiva de ética desde Kant

“No le preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: pregúntatelo a ti mismo”: Fernando Savater (1991)


El contacto con lo ético es perceptible en cualquier momento de nuestra sociedad, al igual que la falta de ética también. Es por esto que buscamos la manera de convivencia con aquella comunidad en la que nos desenvolvemos, es decir, en cualquier etapa de nuestra vida aunque no seamos éticos todo el tiempo, lo somos.

Para el prusiano filósofo con quien me igualo ideológicamente, Immanuel Kant, la ética es como aquella elección o creencia de un Dios, es algo que se rige desde mi voluntad, es decir solo si creo en lo que representa un Dios creeré en que este existe y alumbra el camino de las personas. Así de igual manera pasa en este caso el cual tratamos.


Hoy lo que es llamado como ética kantiana, y con lo cual he logrado  identificarme, es la voluntad  que se rige desde lo moral, es decir, soy ético solo si quiero. Uno cree, uno ama, uno es ético porque le da la gana, no porque se lo impongan[1].

Muchas veces se confunde la fundamentación de lo ético cuando sabemos que la sociedad en la que desempeñamos cualquier rol nos liga normas, reglamentos de convivencia  y comportamientos, con la construcción de la vida desde mis principios, es decir, nuestro interior carga con distintos estereotipos que hemos acogido directa o indirectamente de la vida social.

Por esto se dice que cada uno es el creador de su propio código, ya que quizá esto es como los aros de la  genética, son netamente propios e inmutable, pero sí modificable y cambiante. Es por esto que cada uno actúa bajo una ética diferente a los demás, con su única genética.

Un claro ejemplo sobre esta corriente de ética es que en las distintas sociedades acciones como como matar, mentir o pelear contra otro es algo que dentro de lo moral está prohibido porque hace parte de nuestros principios de convivencia, sin embargo es nuestra decisión aceptarlas o no. Pero como toda persona está dotada de razón y tiene un nivel de ética que distingue sus acciones, lo cual hace que acciones como estas se vean mal ante aquella sociedad, porque así está impuesto.

Una cosa es que unos padres guíen a su hijo sobre bases católicas, y otra muy diferente que este lo sea, tal cual como sucede con la ética, puede que este esté lleno de principios éticos, donde decide quien seguir ese patrón soy yo. Por esto resalto la ética como un acto de voluntad y no de presión social. 





[1] Lección 6 ( La ética como decisión personal) pág. 38