Una perspectiva de ética desde Kant
“No le preguntes a nadie qué es lo que
debes hacer con tu vida: pregúntatelo a ti mismo”: Fernando Savater (1991)
El contacto con lo ético es perceptible en cualquier momento de nuestra
sociedad, al igual que la falta de ética también. Es por esto que buscamos la
manera de convivencia con aquella comunidad en la que nos desenvolvemos, es
decir, en cualquier etapa de nuestra vida aunque no seamos éticos todo el
tiempo, lo somos.
Para el prusiano filósofo con quien me igualo ideológicamente, Immanuel
Kant, la ética es como aquella elección o creencia de un Dios, es algo que se
rige desde mi voluntad, es decir solo si creo en lo que representa un Dios
creeré en que este existe y alumbra el camino de las personas. Así de igual
manera pasa en este caso el cual tratamos.
Hoy lo que es llamado como ética kantiana, y con lo cual he logrado identificarme, es la voluntad que se rige desde lo moral, es decir, soy
ético solo si quiero. Uno cree, uno ama, uno es ético porque le da
la gana, no porque se lo impongan[1].
Muchas veces se confunde la fundamentación de lo ético cuando sabemos
que la sociedad en la que desempeñamos cualquier rol nos liga normas, reglamentos de convivencia y comportamientos,
con la construcción de la vida desde mis principios, es decir, nuestro interior carga con distintos estereotipos que hemos acogido directa o indirectamente de la vida social.
Por esto se dice que cada uno es el creador de su propio código, ya que
quizá esto es como los aros de la
genética, son netamente propios e inmutable, pero sí modificable y
cambiante. Es por esto que cada uno actúa bajo una ética diferente a los demás,
con su única genética.
Un claro ejemplo sobre esta corriente de ética es que en las distintas sociedades acciones como como matar, mentir o pelear contra otro es algo que dentro de lo moral está
prohibido porque hace parte de nuestros principios de convivencia, sin embargo
es nuestra decisión aceptarlas o no. Pero como toda persona está dotada de
razón y tiene un nivel de ética que distingue sus acciones, lo cual hace que
acciones como estas se vean mal ante aquella sociedad, porque así está
impuesto.
Una cosa es que unos padres guíen a su hijo sobre bases católicas, y
otra muy diferente que este lo sea, tal cual como sucede con la ética, puede
que este esté lleno de principios éticos, donde decide quien seguir ese patrón soy
yo. Por esto resalto la ética como un acto de voluntad y no de presión social.